domingo, 23 de octubre de 2016

Karst en Yesos de Sorbas


En el espacio más árido de Europa, situado en el desierto de Almería, se sitúa el Karst en Yesos de Sorbas, toda una joya por descubrir en un aparente árido paisaje que encierra una de las bellezas más impresionantes de Andalucía. Se trata de un mundo subterráneo labrado por la acción milenaria del agua de lluvia sobre una potente roca de yeso.

Más de 1.000 cavidades, en su mayor parte interconectadas, un espectacular y diverso universo de formaciones cristalinas: estalactitas, estalagmitas, columnas y corales, su enorme valor didáctico y científico y su gran interés espeleológico lo han convertido en uno de los karst en yesos más importantes del mundo, una de las joyas geológicas del planeta.

La historia geológica del Karst se remonta seis millones de años atrás. Entonces el Mar Mediterráneo invadía la cuenca de Sorbas. En un periodo posterior, este mar se hace cada vez menos profundo, pues se ve sometido a un fuerte proceso de evaporación que determina la precipitación de un paquete de yeso de más de 100 metros de espesor. Cuando el mar se retiró, definitivamente, los yesos y demás sedimentos quedaron en superficie, expuestos a la lenta, pero implacable acción del agua de lluvia, dando lugar a este paisaje kárstico de inusitada belleza.

El agua de lluvia es capaz de disolver, lentamente, la roca de yeso generando abundantes depresiones cerradas en superficie. En ellas aparecen las ventanas del karst, las dolinas y simas, que conectan la árida superficie con la compleja red de galerías subterráneas. El agua, que penetra por estas ventanas, continúa su acción erosiva y moderadora, definiendo el sistema subterráneo más grande de España y el segundo del mundo explorado en yeso: el sistema de la Cueva del Agua, con casi 8.500 metros de recorrido.

En la árida estepa superficial del karst las comunidades vegetales han debido adaptarse a duras condiciones ambientales y han desarrollado ingeniosas estrategias para buscar y retener agua. Sobre el yeso viven plantas exclusivas y endémicas de este Paraje como el narciso de Sorbas, la matamarilla o la espuelilla de Sorbas, junto a una de las especies más emblemáticas del sureste peninsular: la tortuga mora. Además los cantiles rocosos y taludes muy característicos de este territorio se convierten en el hábitat idóneo para el búho real y águila-azor perdicera y los huecos de los grandes bloques de yeso son el refugio de zorros, tejones, comadrejas y ginetas.

El Karst funciona como una gran esponja que recoge y almacena todo el agua de lluvia y más tarde sale al exterior a través de los manantiales. El más caudaloso es el de los Molinos, que nace en el cañón del río Aguas. La presencia constante de agua en este entorno árido produce un efecto oasis que genera un humedal de gran importancia ecológica. Adelfas, carriceras, juncos y álamos blancos crean bosquetes en galería que sirven de refugio a una nutrida colonia de aves acuáticas: carriceros, ruiseñores, martín pescador, etc. El agua fue también aprovechada por el hombre para, con una tecnología rural hoy abandonada (molinos hidraúlicos), propiciar la producción de harina y aceite a partir del cereal y olivar de secano circundante, dando origen a la población y huertas de los Molinos del Río Aguas.

Dentro del paraje y en sus inmediaciones existen diferentes cortijadas como el Tesoro, Marchalico Viñicas, hoy totalmente abandonadas, y la ya citada de Los Molinos del Río Aguas, habitada y en proceso de recuperación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario